viernes, 8 de enero de 2010

MISCELANEA DE TEXTOS: BATANIA, CARVER Y YO MISMO



BATANIA



Yo me soñé futbolista de patada dura y portada en el Marca, el más pluscuamperfecto y maradoniano del mundo, pero fracasé. Fue un fracaso aparatoso y concreto, de partido y fecha fija. Me fracasaron. Tenía quince años y todavía sigo sin entender la crueldad.


Vestía entonces los colores verdes del Ordaña. Era mi primera temporada en la categoría juvenil y el futuro no era nada esperanzador, porque casi todos mis compañeros de equipo me superaban en dos años. Cuando eres muy joven la sola diferencia de un año es decisiva en el deporte: mis compañeros eran más altos, más veloces, más fuertes. Como decía mi profesor de latín,
altius, citius, fortius. Me veía en el banquillo toda la temporada.

Mis previsiones se fueron cumpliendo con más crudeza de la que imaginaba. En los tres primeros partidos ni siquiera fui convocado y en los cinco o seis siguientes alterné el banquillo con la grada. Como mi entrenador jamás me puso a calentar, comencé a temer que no iba a jugar un sólo minuto en toda la liga, hasta que un imponderable acudió en mi ayuda: una oportuna gripe dejó fuera de combate a seis o siete jugadores de mi equipo. Sólo quedamos catorce sanos: once para jugar y tres para los cambios. Las expectativas eran grandes, porque además uno de los cambios era el portero suplente.


Jugábamos ese partido contra el Arenas, uno de los equipos punteros de la categoría. Se me ha olvidado decir que yo era delantero centro y me convenía que fuéramos perdiendo para jugar un poco. Mala suerte: mi equipo lo hizo tan bien que se adelantó en el marcador, y el Arenas necesitó casi una hora para empatarnos. Mi entrenador ya había hecho el primer cambio: sólo quedábamos el portero suplente y yo.

–Alberto, calienta –me dijo el míster.

Salté como una ardilla y me puse a correr con la exageración del caso. Hice ejercicios de brazos, estiramientos, abdominales, carrera corta y sprint. Luego, al ver que el tiempo transcurría y el míster no me llamaba, aflojé el ritmo un poco: tampoco era cosa de matarse. Quedaban tan sólo tres minutos para concluir el partido cuando me llamó. Me quería utilizar para perder tiempo:


–Alberto –me subrayó–, hay que conservar el empate como sea. Quiero que intentes tapar las internadas del lateral izquierdo, el de coleta, ¿eh? Sitúate en la punta por la parte derecha y no le dejes iniciar la jugada.

Salté al campo como un tornado y no me tomé a mal las órdenes recibidas, aunque era un poco humillante que un delantero como yo, que me juzgaba peligrosísimo, fuera el encargado de defender a un defensa, pero por algo se empieza. Mi equipo sacó de banda y nuestro central soltó un zambombazo a zona de nadie; la pelota la recogió el medio centro de los rivales, la colgó al centro de nuestro área, y allí uno de nuestros marcadores la desvió a córner. Me dio tiempo a correr hacia la izquierda, sprintar hacia atrás en labores de repliegue y, después, situarme en la media luna del área a esperar el saque de esquina. Entonces oí voces:


–¡Árbitro, cambio! –se oía desde nuestro banquillo–. ¡Alberto, cambio! ¡Alberto, cambio!

Todos me gritaban lo mismo, pero yo me reía. Sin duda era un error. ¿Cómo me iban a cambiar a mí, si acababa de entrar?


–¡Alberto, cambio! ¡El número catorce, árbitro! ¡Cambio del número catorce por el trece! ¡Sí, tú, Alberto! ¡El catorce!

El catorce era yo. Alberto era yo. Se me hizo un nudo en la garganta. El capitán de mi equipo se acercó y me dijo al oído que muy buena mi comedia, que siguiera fingiendo porque así el equipo perdía más tiempo. El problema es que yo no fingía: yo sólo tenía ganas de llorar.

Aquel fue mi último partido en el Ordaña. Esa misma semana pedí la carta de libertad y me fui al Sondika, que jugaba dos divisiones más abajo. Allí siempre fui titular y marqué muchos goles, pero ya no era lo mismo. Había interiorizado el sentimiento de que ya no iba a pisar nunca Old Trafford ni Maracaná, que mi rostro no iba a figurar en los cromos de los niños. Sabía que ya no iba a ser Maradona y sólo intentaba ser el mejor futbolista posible, esa mierda.

Aquel entrenador del Ordaña que me cambió un minuto después de sacarme fue el responsable de todo. Fue él quien me enfrentó a mi verdadera calidad como futbolista.

Creo que había maneras más suaves de decírmela.



Extraído de su blog http://neorrabioso.blogspot.com/

De Batania queda todo dicho, o casi todo. Tenía muchas ganas de subir algo a mi blog, y hoy, precisamente hoy, he encontrado el texto que ha dado en el centro de mi diana. El motivo, muy sencillo, recuerdo el partido entre OBVIOS-ELIPTICOS, y las buenas maneras futbolísticas que se dio Batania en dicho encuentro. Lástima de equipo (el del texto suyo) que se perdió a un gran extremo.




CARVER




EL POEMA QUE NO ESCRIBÍ

Aquí está el poema que iba a escribir
antes, pero que dejé
porque te levantabas.
Estaba pensando otra vez
en aquella primera mañana en Zúrich.
Nos levantábamos antes del amanecer.
Durante un instante no sabíamos dónde estábamos.
Salimos al balcón que daba
al río y a la parte vieja de la ciudad.
Allí estábamos, sin más, callados.
Desnudos. Viendo cómo se aclaraba el cielo.
Tan conmovidos y tan felices. Como si
nos hubieran colocado allí
justo en aquel momento.




Poema sacado de su libro TODOS NOSOTROS de Bartleby Editores. Foto tomada de la WEB.




ÁNGEL RODRÍGUEZ (VOLTIOS)












De la nada



había escuchado
el pistoletazo de salida
hacia un tris

oscilando
en mi pupitre
era incapaz de mover un músculo
pestañear
o siquiera articular palabra

hice el estúpido
la lengua
a veces
es mala compañera
y a mí
me la había jugado

digo bien

hice el estúpido

reté al Piña
al fanfarrón de clase

más que nada
porque estaba harto
hasta los mismísimos
de recibir sus collejas
su sorna en grupo
y faltarme valor
para dar la jeta

tampoco lo tenía
en ese momento
(hablo de coraje)
pero la crudeza
aguardaba fuera
con la saña
que todo cagueta anónimo
odia

la primera batalla
el principio de muchas otras
con doce años

no valían pretextos
no los iban a admitir
y el patio
con sus farolas
sería un ring de boxeo

cayeron bofetadas
en tromba
no de uno
sino de tres "valientes"
hasta saciarse

parte de guerra

mochila abierta
cuadernos esparcidos
ojos hinchados
ceja rota
dos muelas columpiándose

cuando se iban
alardeando
dejándome tirado
tuve las narices
de recoger mis cosas
llegar hasta ellos
como un adefesio
y volver a retarles

no sé si fue compasión
perplejidad
o falta de interés
por una víctima ya cobrada

siguieron su camino
mientras yo
con la ceja y el labio partido
sonreía degustando mi victoria

la del rey
que arrinconado
por las fichas contrarias
se saca un jaque mate
de la nada

de la nada




Poema extraido de mi primer poemario digital YA NO LEO TEBEOS DE WONDERWOMAN. (Espero no haberlo puesto antes en mi blog, digo el poema, pues la memoria me falla).

24 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Yo también sé lo que significa que la falta de confianza del responsable del equipo, cualquiera que fuese, me condenara al fracaso perpetuo en algunas disciplinas. ¿Sabrán estos tipos lo que nos jugamos en cada azaña?
Muy buena tu poesía, qué valor. Por supuesto que la victoria fue tuya, fuiste el último en retirarte.
Nos vemos.

Malone dijo...

muy buena entrada. enhorabuena a batania por el texto y a ti por tu poemario

Vale dijo...

RAYMOND CARVER
Qué aprecio le tengo

La abuela frescotona dijo...

QUERIDO VOLTIOS, ME RECUERDA LAS PELEAS DE MIS HERMANOS , A LAS QUE SIEMPRE TENIA QUE UNIRME PARA IGUALAR NÚMERO, O PARA FREGARME CON ELLOS...EN FIN TODAS LAS INFANCIAS SON PARECIDAS.
TE ABRAZO MI AMIGO VOLTIOS..

mjromero dijo...

Estoy leyéndote y me gusta, claro, directo, sin artificios, y con algunas metáforas muy acertadas.
Un abrazo.

pepe pereza dijo...

El relato de Batania es sobresaliente o de matricula de honor, igual que tu poema. Y qué decir de Carver... Todo cojonudo.
Un abrazo inmenso

trovador errante dijo...

Hola Ángel,

Gracias por tus comentarios. Si ya practicas, te recomiendo muy mucho esta técnica maravillosa, desd mi blog puedes enlazar y darle un vistazo, tienes un centro en Toledo dónde hacen cursos de 10 días, pero te recomiendo acercarte al de Barcelona, que es el único Dhamma que hay en España.

Un abrazo muy fuerte

virgi dijo...

Muy bien contado el texto de tu amigo. Hasta me dió tristeza por ese niño que desea jugar y no lo consigue.
De carver...¿que decirte? Su lucidez, cruda y profunda, pero sin artificios, es genial. Una pena su muerte.
Y tu poema, enlazado con lo anterior, por ese realismo cotidiano con que sueles alimentarnos.
Un abrazo, gracias por tu cariño.

Neorrabioso dijo...

Has hecho muy bien en ponernos al lado de Carver, al que alcanzaremos en calidad antes de 2075.

Abrazos y gracias. Tu poema ya lo conocía, ya me bajé tu libro digital, ya te comentaré (por escrito)

Abrazos otra vez.

Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Grandes textos nos dejas, que decir! hoy estoy algo parca en palabras, tan solo gracias por la mezcolanza de estilos, por el texto sublime, por el poema que no escribi, por tu realidad, de aguadulce y sal, ya te dije en algun momento, no se si por estas lineas, que me encanta cuando dices,

La del rey
que arrinconado
por las fichas contrarias
se saca un jaque mate
de la nada

de la nada.

No se, quizas tengo debilidad por ese jaque mate, pero el caso es que me encanta.

Un abrazo Vol, cuidate.

Luisa dijo...

Trio de ases, y no es ningún farol.
El relato de Batania, magistral, de golazo. Carver... sobran las palabras. Y tú, con tu poesía que atrapa y arrastra a un tiempo intemporal. Las peleas de gallitos todavía perduran y siempre hay un pobre chaval que recibe.

Un beso, Voltios.

CARLA BADILLO CORONADO dijo...

Buen trío! ;)

Te felicito por tu poemario, Ángel, ya lo leeré con calma. Salud!

Y gracias por tu comentario el otro día, si algún día llego hacer esa exposición me encantaría que asistas tú.

Abrazo fuerte y andino,

Carla

Ángel Muñoz dijo...

gracias mercedes, así lo sentí y así lo siento, que la victoria "moral" fue mía.

Ángel Muñoz dijo...

muchísimas gracias jorge, sabes que si has entrado aquí es porque tienes las puertas abiertas, estás en tu casa, y mil gracias por lo que me corresponde a mi, y por lo que no, también, por batania digo.

Ángel Muñoz dijo...

es imposible despreciarlo valen.

Ángel Muñoz dijo...

estoy de acuerdo contigo abuela, las infancias son muy parecidas pero con pequeños matices entre ellas que las convierten en únicas.

Ángel Muñoz dijo...

maria jesús, sólo te voy a decir una cosa: GRACIAS.

Ángel Muñoz dijo...

pepe jodío, sabes que desde el pecho agradezco esas palabras tío. un abrazo.

Ángel Muñoz dijo...

gracias trovador, la verdad es que empecé con un MARIANO, mi profe, en donde vivo y me va genial. pero lo de toledo no lo descarto, más que nada porque barcelona, de momento me pilla un pelín lejos, un abrazo.

Ángel Muñoz dijo...

las gracias a ti y a todos los que haceis posible que siga escribiendo y tirando, como dicen en el pueblo de mi madre, pa´lante.

Ángel Muñoz dijo...

un placer señor neorrabioso verle por aki y que sepas que eso del 2075 se me hace muy próximo para alcanzar a CARVER visto lo visto y leido lo leido, por lo menos en mi caso, un fuerte abrazo batania.

Ángel Muñoz dijo...

gracias paz, cuídate tú también, y la verdad, para que te voy a mentir, a mi también me encantó como rematé este poema, mucho.

Ángel Muñoz dijo...

ayyyyyyyyyy luisa, en breve voy para fuenlabrada y te pego un abrazo merecido jodía, hasta entonces, un besote grande maja.

Ángel Muñoz dijo...

que alegría leerte desde el otro lado del charco carla, me alegra saber de ti, de verdad. un abrazo muy grande y espero disfrutes con la lectura del poemario.