Redacción
BBC Mundo
Aunque la corneja
Aunque la corneja lleva ya horas
atropellada en la carretera
completamente aplastada
porque el automovilista no se molestó en desviarse
sino que más bien apuntó hacia ella
el viento sin embargo no
ha abandonado completamente la esperanza,
acaricia delicadamente el cuello de la corneja
o lo que había sido su cuello
(las plumitas ondean levemente)
y dice con voz suave y sugerente:
¡Anda, levántate!
De Lars Huldén
Dime si molesto
Dime si molesto,
dijo él al entrar,
porque me marcho inmediatamente.
No sólo molestas,
contesté,
pones patas arriba toda mi existencia.
Bienvenido.
(De Eeva Kilpi 1928, profesora)
Quiero decir
Quiero decir
que en cualquier caso
me da exactamente igual.
En cualquier caso no puedo permitirme el lujo
de vivir
por muy barato que sea.
De Henry Parland
Abruptamente entro
Abruptamente entro
en el solemne salón de la lírica.
Allí están los poetas
escuchando música
en torno al muerto.
¡Qué manera de comportarme!
Algunos señalan mi gorra
otros las botas.
Lo único que me queda es disparar
una perdigonada a la araña de cristal.
Cárcel
Mientras hubo
una posibilidad de huir
se quedaron todos
en la cárcel.
La posibilidad de escaparse
era una libertad que nadie
quería perder.
[Hoy recibí]
Hoy recibí
una nueva advertencia
al ver mi abrigo
caído en suelo sin vida
con la percha rota,
una nueva advertencia
de no meter tanta
basura en los bolsillos.
PUEDO ACARICIARTE DIJO ÉL...
puedo acariciarte dijo él
(gritaré dijo ella
sólo una vez dijo él)
es divertido dijo ella(puedo tocarte dijo él
cuánto dijo ella
mucho dijo él)
por qué no dijo ella(vámonos dijo él
no demasiado lejos dijo ella
qué es demasiado lejos dijo él
donde tu estás dijo ella)puedo quedarme dijo él
(cómo dijo ella
así dijo él
si me das un beso dijo ellapuedo moverme dijo él
me quieres dijo ella)
si lo estás deseando dijo él
(pero me estás matando dijo ellapero la vida es así dijo él
pero y tu mujer dijo ella
ahora dijo él)
oh dijo ella(estupendo dijo él
no te detengas dijo ella
oh no dijo él
más despacio dijo ella(¿te ccorres? dijo él
ummm dijo ella)
¡eres divina! dijo él
(eres Mío dijo ella)
QUIÉN SOIS, PEQUEÑO YO...
quién sois, pequeño yo
(de cinco años o seis)
mirando desde una altaventana: el oro de
la tarde de noviembre
(pensando: que si el día
tiene que hacerse nocheésta es una hermosa manera)
Porque sentir es lo primero
el que preste atención
a la sintaxis de las cosas
nunca podrá besarte por completo
ser un completo idiota
mientras es Primavera en el mundo
le parece muy bien a mi sangre, y que los besos
son un mejor destino
que la sabiduría
nena, lo juro por las flores.
No, no llores
-el mejor guiño de mi mente vale menos
que el aleteo de tus párpados que dice
que somos uno para el otro:
riéte, entonces, recostada
entre mis brazos,
porque la vida no es un párrafo. Y la muerte
me parece que no es ningún paréntesis.
Otro día explicaré un poco quién es este tipo. Quizá mañana.
CRÍTICA
El lobo en el espectador
Gran tema el que trata "El experimento" (Das Experiment, Olivier Hirschbiegel, 2001), película premiada en el pasado festival de Sitges. Su trascendencia es abrumadora, su interés es indudable, su argumento llamaba para rodar una película y es de agradecer que se haya realizado. Esa historia fenomenal no escatima, pese a todo, puntos débiles, incoherencias y ramales superfluos, pero su origen real (aunque la película no ilustre concretamente el experimento que tuvo lugar hace tres décadas) la dota de un inquietante espíritu turbador. Estas intenciones, además, son parcialmente conseguidas a lo largo de las dos horas en que transcurre el film. Y sin embargo, hay que volver a apuntar a esa diferencia perenne que debemos trazar entre el interés de la historia y el de la película porque el desequilibrio es flagrante en este caso. Esa antinatural separación que tanto ayuda a recibir la película en su conjunto se percibe particularmente en casos como éste, es decir, en películas cuyo punto de partida bien podría haber dado pie a grandes resultados.
Olivier Hirschbiegel enfatiza hasta la náusea una historia a la que, si algo le sobra, es fuerza como para necesitar ser exaltada por decisiones tan importantes a la hora de narrar en cine como es el emplazamiento y movimientos de la cámara o la elección de las lentes utilizadas. No digo que este argumento (un grupo de veinte hombres toman parte en un experimento supervisado por un equipo de doctores a través de cámaras de vídeo en el que ocho de ellos adoptan los roles de carceleros y el resto de prisioneros), su violencia o su crudeza angustiante, deba ser rebajado. Sin embargo, epílogos como el que cierra la película o planos "después de la batalla" con objetivos gran angular lejos de hacer destacar algo que ya ha impactado de por sí, entorpecen la narración, detienen el ritmo y expulsan momentáneamente al espectador. Son desdeñables y absolutamente superfluos.
La incompetencia del director le hace tomar decisiones de tan dudoso gusto cinematográfico (incluso moral, si me apuran) como, por ejemplo, aquél en el que uno de los prisioneros es encerrado en una cámara oscura. La grosería de esta determinación de montaje (que no es más que una concreción de otra resolución de rodaje) de combinar hasta tres planos de un interior en el que no se debería ver nada no puede ser compensada tan gratuitamente como por encontrar la coartada tecnológica de esas cámaras de visión nocturna a través de las cuales la situación adopta un tono monocromo. Esta secuencia desasosegante, claustrofóbica y desasosegantemente narrada (incluso el encierro de Reynaldo Arenas en la anodina "Antes que anochezca" (Before night falls, 2000) estaba mejor planificado por Julian Schnabel) no sólo se vale de hasta tres tiros diferentes de cámara sino que se combina con unas imágenes oníricas que contribuyen a suavizar la situación, lo que es tanto como decir que la despoja de toda la fuerza que le pudiera quedar.
La incapacidad demostrada a lo largo de todo el filme por Hirschbiegel -fruto de ese batido de tópicos visuales importados de los telefilmes estadounidenses, tan apoltronados como asentados, "acinematográficos" y estandarizados en una narrativa audiovisual imperante que gusta de tomar al espectador por un imbécil al que hay que pretender epatar para que no se duerma y al que hay que evitar que tenga que pensar en algún recoveco de la película cuando sale del cine- se extiende al guión. Por un lado, incluyendo abundantes estorbos para el ritmo de la película, por otro, tirando piedras contra su propio tejado: la máxima hobbesiana que sobrevuela el argumento -el manido pero no menos cierto homo homini lupus- queda a la postre excusada por el proceso de acomodamiento dramático al que somete al argumento el equipo de guionistas (en el que también se encuentra el autor de la novela adaptada). El pensamiento de que "todos llevamos un dictadorzuelo dentro" es sustituido finalmente por el recurso al trastorno mental transitorio (o no) del malvado (o malvados). Esta afirmación no hay más que corroborarla con las ideas que recorren la mente del espectador cuando, tras sufrir mil y una fechorías infundadas, el "bueno" logra atacar con éxito al "malo". Allí está el lobo para el hombre.
La crítica de Rubén Corral me parece acertadísima. Helado, sin palabras, ante lo que el ser humano, un hombre de carne y hueso puede llegar a hacer en situaciones de crisis. Expeluznante de verdad.
No se llegó a estrenar en España, y un día navegando por Internet encontré está crítica, tiré de Emule y ¡Voila!, peliculón.
Últimamente, el cine alemán, con muchos menos medios que el americano, está planteando propuestas muy series, ver como ejemplo "La Ola", estrenada el año pasado en nuestro país y creo, bajo mi humilde punto de vista, que pasó con más pena que gloria. Pero sigue siendo un film loable y con una intencionalidad muy clara, eso creo, que es la de querer borrar ese pasado tan reciente (Hitler y demás basura) del cual se arrepienten. Un saludo colegas.
Voltios dixit.
Redacción
BBC Mundo
Una conocida periodista sudanesa, crítica acérrima del gobierno de Jartúm, podría enfrentar 40 latigazos, una multa o ambas, por lucir en público lo que las autoridades calificaron de "vestimenta escandalosa", de acuerdo a los códigos de la ley islámica.
La policía encargada de proteger la disciplina general de los sudaneses explicó que la periodista, Lubna Ahmed al-Husayn, vistió prendas que amenazan las virtudes y los valores de la sociedad, que se rige por la Sharia.
Al-Husayn, autora de una columna muy popular en un periódico local, dijo a la BBC que cuando fue observada por la policía hace una semana vestía una blusa ordinaria y un pantalón.
La periodista, que se encontraba entonces en un restaurante, apelará los cargos.
Al-Husayn, quien usa regularmente la hijab o velo islámico, no es la primera mujer condenada a los azotes por vestir "indecentemente". Una decena de compatriotas han recibido latigazos y multas por ofensas similares.
"Me llevaron a mí y a otras 12 mujeres, varias de ellas sureñas", relató la periodista a la agencia de noticias AFP, haciendo referencia a mujeres oriundas de una zona del país donde predominan las comunidades cristianas y animistas, y por ende la Sharia no se aplica.
Su denominador común era que en el momento del arresto vestían pantalones.
Diez de ellas fueron liberadas tras recibir 10 azotes y las otras tres fueron puestas a disposición del fiscal, tras solicitar la presencia de un abogado.
Ahora enfrentarán un juicio por "cometer un acto indecente, o violatorio de la moral, o vestir ropa indecente", de acuerdo al Código Penal, que prevee que sean flageladas o multadas, o ambas.
Inédito. Ángel Muñoz (Voltios)