miércoles, 8 de mayo de 2013

ADAM ZAGAJEWSKI y tres poemas de su libro DESEO



NADAR

Los ríos de este país son dulces
como una canción trovadoresca,
el pesado sol se dirige hacia occidente
en amarillas carretas circenses.
En las pequeñas iglesias rurales
aparece el tejido del silencio, tan fino
y antiguo que una sola respiración
podría romperlo.
Me gusta nadar en el mar que siempre
está hablando solo
con la voz monótona de un viajero
que ya ni siquiera recuerda
cuánto tiempo lleva de viaje.
Nadar es como una oración:
las manos se unen y se separan,
se unen y se separan,
casi sin fin.


CIRCO

Mira: tu deseo cuelga del trapecio.
También eres tú el payaso, y el tigre domado
que pide clemencia te recuerda a alguien.
Hasta te gusta la música
barata de feria, parece
que empiezas a conciliarte
con tu época (si lo hacen todos,
¿por qué yo no? dices).
Pero ¿por qué han instalado la carpa
del circo en el antiguo cementerio?


PISO DE BECARIOS

Es un piso de becarios que están de paso:
en la estantería, varias novelas aburridas en una lengua
que no hablan los tuyos, un Buda soñoliento,
y también un mundo televisor, una rayada sartén (ha frito
muchos revueltos melancólicos los sábados por la noche),

y una tetera color mate que silba en todos los dialectos,
(intentas sentirte como en casa, e incluso pensar).

Lees a maestro Eckhart sobre la distancia (Abgeschiedenheit)
y la poesía de un inglés enamorado de Francia,
también la prosa de un francés que admira a Inglaterra;

y no es hasta pasado unos días de intensas pruebas
para familiarizarte con estas estériles habitaciones
por donde ha pasado la élite de la humanidad culta,
cuando descubres casi con asombro:
aquí no vive nadie; en la tierra no hay vida.


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