sábado, 5 de noviembre de 2011

Otra reseña/crítica de Amor manual


Muy buenas, Ángel,

Bueno, en primer lugar no sé si pedirte disculpas por mis próximas palabras, ya que suelo ser muy vehemente con mis decisiones. Tanto si algo me gusta como si no se me nota enseguida, aunque siempre he intentado tratar con moderación el trabajo artístico de los demás (mejor o peor, hay un trabajo detrás que por lo general debe respetarse, lo que no quita para ser sinceros, que es lo que nos ayuda a mejorar).
Sinceramente, Ángel, qué placer haberte descubierto. Como te dije llevé con orgullo tu poemario a la tertulia y se lo mostré al resto. Evidentemente no era el momento para leerlo, pero resaltaron el formato apetecible del libro y el prólogo de Alejandro Céspedes, a quien por cierto conocen. Leyeron algún poema y les pareció bueno. Espero que se hagan con un ejemplar.
Vamos al poemario. Te vuelvo a repetir mi sorpresa ante un tipo de poesía muy poco habitual, cercana y a la vez distante (más abajo te explico esto mejor), muy trabajada y, sobre todo, sincera. Digo esto último porque, bajo mi parecer, resulta habitual encontrar textos de escritores que se habitúan o aburguesan en ciertas pautas de escritura o su propio estilo, y así encontramos esa poesía "sucia" digamos, cercana a Bukowski, Wolfe... que bajo una apariencia repetidamente sonora no esconde nada en una segunda lectura; o tenemos, por ejemplo, a otros tantos "horacianos", con un ritmo calculado y versos cuidados y siempre medidos, que en una primera lectura quieren ser elevados y no lo son: tampoco hay nada tras ellos, o más bien poco (un Juan Marsé poético, digamos). Pero es que tu poesía no sabría dónde encuadrarla. Se me ocurre Chantal Maillard y su libro "Hilos" o "Matar a Platón", pero es que tampoco es eso.
Se puede hacer un análisis más concienzudo de los poemas y buscar los nexos: casi siempre comienzas con un verbo, casi siempre en tiempo pasado o refiriéndote al pasado con otro tiempo verbal (incluso en "Cuando tú", que en teoría es el presente o el comienzo del presente); absolutamente siempre con versos breves, contundentes, sonoros (pero no una sonoridad "habituada", no un "coño", "puta" o del tipo "Estaba alto el telón, y la escena vacía" de Baudelaire o "El niño es el padre del hombre", frases que van a quedar para siempre: es una sonoridad más honda, es de los poemarios más sinceros que he encontrado para con el lector), versos que por su simpleza permiten varias lecturas y más que variadas sensaciones, simplemente das el pie para que el lector continúe (algo así como el absurdo de Beckett, la clave de "Es más importante sugerir que nombrar"): una actitud perfecta. Perfecta consonancia entre títulos y texto. Ejemplo: ¿Cuáles son los títulos de las partes en que se divide el libro?: Remotas periferias, Mientras tanto y Cuando tú (omito la segunda de las partes por lo que te voy a comentar a continuación). ¿Y cuáles son las primeras palabras de cada una de ellas, la presentación?: ESMERARSE en el aliento... / RETIRO de aseo... / INSISTÍAMOS en predecir... Cada palabra tiene sentido con lo que podríamos llamar una existencia normal: todas las ideas y venidas, subidas y bajadas, encuentros y desencuentros, ESMEROS y RETIROS que realizamos de forma continuada, para luego seguir INSISTIENDO. Puede que este detalle sea anecdótico, incluso no buscado, pero es una coincidencia feliz más.
Los temas. Te ofreces al lector con la misma sinceridad que el tono que le muestras, adaptando situaciones particulares a otras universales con las que cualquiera puede sentirse identificado. ¿Qué vamos obteniendo hasta ahora? Tenemos un poemario cercano y plural, que se acerca a sus lectores pero en el que hablas de ti. No podría estar más de acuerdo con el prólogo de Alejandro Céspedes y la multitud de lecturas de las que habla, totalmente acertado y lo que debe suponer el mayor de los elogios (como bien señalaste en al presentación), ya que el libro no se acaba, sino que continúa. Me lo reservo para cuando vengan a decirme que a alguien no le gusta la poesía porque se lee muy rápido y suelen ser libros pequeños, que se terminan y muchas veces no cuentan una historia (caso real en la librería, craso error evidentemente). Qué mejor definición que la que da Jose Naveiras en el epílogo: "poemas de verso corto y largo contenido".
Una cosa que me ha llamado la atención es que en algunos momentos he visto que no has titulado los poemas. Entiéndeme, hay gente que te dirá que todos tienen que ir titulados (yo pasé una etapa en la que no titulaba ninguno y me insistieron mucho) y otros que no hace falta, eso no es lo importante. Lo que sí me ha chocado es el cambio de uno titulado a otro sin titular. Eso sí que me ha sacado un poco. Luego me he dirigido al índice para ver cómo se mostraba, y veo que se ha optado por unos corchetes que reproducen el primer verso. Bajo mi punto de vista igual hubiera sido necesario, sino un título (algo en absoluto obligatorio), sí el primer verso, a modo de título, puesto en cursiva. Otra opción, quizá menos recomendable: utilizar un título genérico para distintos poemas (un ejemplo absurdo: "Cinco poemas a la consumación"), para luego ir colocándolos seguidos, unidos por aquel título más general y sin obligación de tener uno particular, o si se quiere una numeración habitual o en números romanos.
Al igual que te recomendó Jose Naveiras en la presentación, no me digas por qué, le tengo especial cariño al que ya he bautizado "Poema del helado de vainilla". Es mi preferido, porque la sorpresa y sonoridad del último verso consiguen la sonrisa por la conclusión de un gran poema pero también una sonrisa, digamos, ingenua, cotidiana. Otra cosa con la que me ganaste es dejar los versos sin terminar ("Sensual celuloide", donde además viene perfecto al poema), y muy buenos también son "Ya desde un principio", "Cosas de madres", "Omitiste el consejo" (cuyo impresionante final está señalado convenientemente con una esquina doblada), "Volver al anonimato de mujeres" (otro gran final), "Imborrables pornografías", "Batallas", "Metro Oporto" (impresionante)... Te nombro estos porque quizá puedan destacar por un verso o una imagen que me toque de cerca, pero lo importante es el tono general, Ángel, algo que se ha conseguido y que te gana en el conjunto del volumen.
Buf, me estoy enrollando mucho, perdona. Casi no sé ni lo que te he escrito, espero que tenga sentido. Nada, ya acabo. ¿Qué más puedo decir? Felicitarte de todo corazón porque es un gran trabajo, un trabajo bien hecho, y animarte a que continúes, si no en este sentido en el que consideres o sientas conveniente. Que nos vemos pronto y hablamos.

Un fuerte, fuerte abrazo,

Néstor


dije que iba a colgar en el blog todas las críticas o reseñas que me llegasen sobre mi último poemario, y eso estoy haciendo, sean buenas o malas. Aquí os he dejado la de Néstor Villazón.

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