lunes, 26 de diciembre de 2011

Dos poemas de Valerie Mejer



Sobre la tabla

Corro en paralelo a ti que caminas sobre la cresta del agua:

Escribes un evangelio moderno, en tu luto
de astronauta marino, murmuras,
luna pobre, luna pobre.


La verdad es elegante y lucha contra la gravedad
sobre el papel.
Se balancea apenas del tamaño de la hormiga que ha trepado
azúcar en su lomo.

Borras deliberaciones
hasta que una palabra se defiende como la mancha
que escribió brusco en tu espalda.

Chupas la tajada.

Algo se abre en el atajo.
La ola se monta sobre el viento y tú pasas
por su boca,
culebra de miel: Mi esperanza.

Vas por el atajo del mar

abriendo un camino paralelo
a la playa,
un surco sobre un viejo

texto susurrado.


En el cine,

a voluntad

un sueño recurrente
emancipa a la boa de luz
abre una puerta
y él le dice a ella que el piano llegó antes del tiempo
de la cosecha

y en ese momento los créditos descienden.

Otra tarde, en una película donde la protagonista
sabe que va a morir
y por eso amenaza a su amante
en un Ford de los setenta, llueve, es de noche
y lo amenaza - si no me besas me pondré a gritar-
y se pone a gritar (como en un sueño)

Hace poco un poeta irlandés me dijo

"yo no me acuerdo de mis sueños,
mis sueños, son mis poemas"
sueños mejorados en poemas o sueños de celuloide
como cuando el profesor hace una parada en el invernadero
(el pie mordido por un perro que ya muerto viaja en su cajuela)
y responde a su alumno -voy a casa por el camino largo-

Vi a un asesino a sueldo enseñarle a su nieto a matar ardillas,
vi la lista de pendientes de una mujer moribunda
vi una góndola llevando a un ángel a su tumba
vi el sitio donde paso de mi sueño al tuyo

y me quito los zapatos y tomo agua
y revelo una película que no es mía
y veo en tus fotos (entre letras) que estás a salvo y que tienes un amigo,

que en el sueño es un hermano necesario

y

vi a mi madre entrar y salir de "La Rosa Púrpura del Cairo"
y poder decir por primera vez "yo soy esa"
"yo quisiera entrar en la pantalla"
y en ese parpardeo vuelvo a ver una cara que sólo conozco por foto:

ella esquiando con un brazo libre
partiendo al agua
en dos
a voluntad

en la calle
combatimos por retener las escenas
que la luz
diurna y maquinal de la calle
desbarata

hasta que cae un sapo
y algo menos terrenal se levanta

y ruge un león.


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