miércoles, 14 de diciembre de 2011

JOSÉ ÁNGEL BARRUECO




Es cierto que hace mucho tiempo que no nos vemos, y la verdad, ya tengo ganas de echármelo a la cara para saludarle y darle un buen apretón de manos merecido.

A Barrueco, mi tocayo (como nos solemos llamar amigablemente), lo conocí gracias a su poesía y a aquel poemario que publicó a medias con Javier Das en la editorial YA LO DIJO CASIMIRO PARKER.

No voy a negar que su poesía me gusta e influyó bastante en cosas que yo hice a posteriori. Pero si he de destacar algo de mi tocayo es su otra cara, la cara del narrador, del novelista.

Barrueco se ha destapado, y el que no lo quiera ver es ciego, como un buen escritor de relatos y novelas. Conoce el oficio, lo maneja a la perfección y sabe cómo y cuándo debe o no apretar o aflojar en el texto para mantener al lector totalmente embebido.

Siempre en la sombra, no le gusta la fanfarria de acudir a miles de eventos y de historias similares para hacerlo bien, no va con él. Como todo buen trabajador, como una hormiguita, en su sitio escribe, escribe y escribe para luego parir hijos como los dos de arriba. Los dos últimos hijos que le están dando una posición y un nombre en el panorama de la narrativa actual.

Felicidades tocayo.


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