martes, 24 de mayo de 2011

Reflexión extraída del blog de Martín López-Vega


Lo que está pasando estos días en Madrid y otras ciudades españolas no es algo que no se viera venir. Dice el proverbio que uno puede retroceder durante mucho tiempo si le ponen una espada en el pecho, pero cuando se topa con una pared y la espada amenaza por fin con trincharlo, reacciona. Y eso es lo que está ocurriendo. Gente de todas las edades agobiados por los desmanes del sistema capitalista (¿de verdad alguien pensó que la caída del comunismo suponía más una victoria que un presagio?) han decidido reaccionar. Ahora solo cabe esperar que tengamos aguante hasta lograr lo que se pretende.

Porque ¿qué se pretende? La falta de discurso llamó la atención en las primeras horas, pero no es preocupante; existen los motivos y el discurso se articula sobre esos motivos. Se trata de un movimiento ciudadano espontáneo, no movido por un manifiesto, sino por razones claras: cada uno sabe por qué está en Sol o en cualquiera de las otras plazas. Se quiere cambiar las reglas del juego. Se quiere participar. Creo que las reclamaciones básicas son dos: recuperar la participación directa en nuestro gobierno, y no limitarnos, como ahora, a decidir qué empresa de gestión de ocupa de las instituciones; y por otro lado, la liberación del verdadero yugo hodierno, los usureros, los bancos.

No existe una democracia real. Es una ilusión pensar que cualquiera puede presentarse a unas elecciones en igualdad de condiciones. Cualquier partido que no sean PSOE, PP, IU y algunas marcas autonómicas, no existe. Es evidente en las calles, solo los grandes partidos tienen dinero (¿y quién lo paga? pues en definitiva, todos nosotros) para publicitarse y, en el mundo de la publicidad, solo quien tiene presencia puede ganar. Si a eso sumamos los desmanes del sistema d’Hont, nos vemos encerrados en un círculo vicioso en el que no podemos más que limitarnos a decidir a qué empresa de gestión cedemos el gobierno de nuestros asuntos. Porque en eso se han convertido los grandes partidos. No existe la participación ciudadana y a ellos no les interesa cambiar nada. No existía hasta ahora.

Aunque probablemente lo más importante no sea eso, sino el hecho de que quien gobierna realmente son los usureros y los especuladores, los bancos, los dueños del capital. Parte de cuanto tenemos es siempre suyo, si no todo… Y encima cuando fallan en sus especulaciones, los estados (o sea, los ciudadanos) ¡nos vemos forzados por los gobiernos a rescatarlos! ¡Pero si todo es suyo! Y a nosotros, ¿quién nos rescata?

Hacen falta unas nuevas reglas del juego para cambiarlo todo. Hace falta darle una vuelta de tuerca más al concepto de democracia, que tanto ha cambiado siglo a siglo, y volverla de veras participativa. Hace falta eso para que dejemos de estar de una vez en manos de los dueños del dinero, que se enriquecen sin cesar a costa de nuestro trabajo mientras nosotros entregamos poco menos que el alma a cambio de cosas esenciales como debieran ser la vivienda o el sustento. Supieron adormecernos con una falsa sociedad del bienestar, pero ahora que el bienestar ha terminado, despertemos…

Hacen falta unas nuevas reglas del juego para cambiar el funcionamiento de todo, desde las empresas a las universidades. Hace falta ser imaginativos para crear un mundo mejor, en el que todos participemos más de nuestro gobierno y en el que, por fin, nadie sea dueño de nadie.

Los dueños de todo no se enteran de qué va esto. No saben cómo reaccionar. Puede verse estos días en sus tertulias, en sus mítines, incluso en su silencio. Si de verdad alguno de nuestros políticos comparte, como ha dicho, su inquietud por lo que está sucediendo, debería mostrar su compromiso claro de cambiar las cosas, de cambiar el sistema desde dentro. En este país sabemos hacerlo. Pero debe ser claro y efectivo. De lo contrario, no quedará más remedio que cambiarlo desde más adentro aún: desde la ciudadanía, que por fin despierta. Estos son días de alegría.



blog de MARTÍN LÓPEZ-VEGA que podeis seguir pinchando aquí.

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