Este sábado tendremos a Carlos Salem de maquinista en este tren que se desborda siempre, un currante de la palabra y de la amistad, que se pelea con la vida a mordiscos, que escribe como duele, que las lía parda con amigos y que la lió buena en el Bukowski durante unos buenos años con el corazón abierto, acogiendo a todo el mundo y montando un lugar (junto con Inés) que seguirá dando de qué hablar a pesar de que haya desaparecido.
La semilla de la poesía está ahí y sigue germinando también gracias a él.
Salud.
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