domingo, 5 de febrero de 2012

VII.



 Los premios de consolación no existen.
Créeme, sé de lo que estoy hablando.

Del caché que pierde tu horma
si los pasos confunden la arena con la herida en la garganta.

Y es entonces cuando la caducidad olvida entre la ropa sucia
el único hilo.

Tal vez desde el balcón al precipicio que se vierte sobre la acera.
Ya no.

Y deambular de cerradura en cerradura.

Perder la cuenta de las sombras que fuiste abandonando

Convertir en una tortura la hoja en blanco encargada de definirte.

De

definirte.



 

poema inédito de Ángel Muñoz 

1 comentario:

virgi dijo...

Enfrentarse al vacío.

Bss