Sabía lo de tus picaportes atascados no lo del ovillo.
Ejercer
creo
no se le da bien a nadie pese a que la comisura retuerza el aliento.
Las celdillas están para eso,
no tratemos de jugar a algo en lo que no hemos sido invitados.
Ahora ya no.
No al esfuerzo de la hiedra por reptar y huir.
Sería vano.
En la calle se busca.
Se busca.
Se busca lo que cada cual pierde al tabicar las persianas.
Ventilar los adentros es a veces tan necesario que la piedra aparece tarde.
La tuya no.
Pronto es una palabra que no quiso participar en tu vocabulario plagado de silencios.
Entonces queda la huella de lo que no permaneció
y por tanto el alfeizar no es suficiente.
Tal vez la copa sepa de interrogantes.
No el vino y su matriz.
Es tan sencillo como el sombrero que corona a aquel hombre.
Quizá sean interrogantes difíciles para el resto,
un rebaño que no sabe de la venda
o del atajo.
El atajo sí quiere transitar
pero no deja que su oleaje haga el resto.
Tu sí.
Sí dejaste los ojos,
clavados ante el silencio en el quicio de la puerta.
El mismo punto en el que el hilo se sesgó.
El hilo no lleva ya a otro hilo.
Solo queda la bañera y el constante diálogo entre cada gota de agua.
Cada
gota
de agua.
Cada
gota.
Cada.
El picaporte del aseo no obstruía el paso.
poema inédito de Ángel Muñoz. "20 formas de suicidarse", poemario inédito.
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