viernes, 7 de septiembre de 2012

Fallece Cristobal Serra y nos informa Vicente Luis Mora






Acaba de fallecer uno de los escritores españoles más heterodoxos, extraños e interesantes de los últimos años. Alguien que recibió la temprana atención de lectores como Octavio Paz, pero que nunca llegó a gozar del reconocimiento público que merecía. Cristóbal Serra (Palma de Mallorca, 1922 - 2012) siempre fue un escritor lateral, diferente, incisivo, nada complaciente con el lector pero tampoco áspero. Traductor de nombres como Swift, Bloy, Melville o Blake, su poética literaria, que me influyó justo en el momento de conformar la mía, ha respondido siempre a estos parámetros:




"Mi literatura no es una literatura de género. Para mí, los géneros no tienen fronteras definidas, sino que se interfieren, un fenómeno, por otro lado, característico de la modernidad literaria. Piense en el ocaso del verso a partir de Rimbaud. Ya no existen fronteras delimitadas entre prosa y poesía. El género no tiene en mí un carácter absoluto, de ahí la dificultad en clasificar mis libros. El mío es un libro de espacios trabajados, una literatura salteada y continua. Yo pertenezco a los fragmentarios como Montaigne o De Maistre. Una literatura que, como el periodismo, informa, pero a deferencia del periodismo posee una estética que, en mi caso, es la inventiva. No tengo nada en contra de la novela, sino del novelismo, de la exigencia de que todo lo escrito tenga carácter narrativo. ¿Por qué? Yo hago lo que hicieron los Evangelistas con Jesús, ese héroe discontinuo de los Evangelios".

El resultado es una obra inclasificable y variada, atenta siempre a la historia antigua, los mitos, la mística, el lenguaje y el esoterismo: "hay demasiada lógica, demasiado análisis", dice en este vídeo, en el que cuenta algunos detalles de su biografía y comenta varios de sus libros.






 Aunque la única reseña que hice de un libro suyo aquí no fue nada positiva (Tanteos crepusculares, Pre-Textos, 2007), Serra me parece un autor extraño, necesario, anticanónico y exquisito. Me gustaría recomendar, a quienes deseen acercarse a su obra, la monumental Ars Quimérica (Bitzoc, 1996), que compila su obra hasta aquel momento. También son destacables sus Nótulas, no sólo por su notable contenido, sino asimismo por la fabulosa edición de Árdora (1999), si es que hablar de fabulosa edición refiriéndose a Árdora no es una redundancia. Cualquier libro es bueno para conocer el trabajo de Serra, aunque quizá su producción publicada en el siglo XX es más sólida que la posterior. En todo caso, Serra es un autor que merecería, al menos por sus mejores libros, más atención de la que ha concitado.


entrada íntegra extraida del blog de VICENTE LUIS MORA

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