jueves, 16 de diciembre de 2010
EXTRAÍDO DEL BLOG DE GSUS BONILLA
...como flechas disparadas al centro de la diana, by BACØVICIOUS.
A Gsús Bonilla lo conocí una tarde en el Bukowski. Se estaba preparando la jam de poesía, y el fumaba sentado en un taburete a la entrada. Me senté junto a él y charlamos como si nos conociésemos desde hace años. Hablamos de su primer libro, El Forro, que se ofrecía en uno de los estantes del local, entre una botella de bourbon y otra de ron. Miraba el torso desnudo dibujado en la portada y se me hizo clara la metáfora: El Forro se ofrece como una bebida espirituosa más. No recuerdo si lo compré o me lo regaló, el caso es que El Forro me acompañó de vuelta al Sur y, efectivamente, tenía tragos ardorosos y tragos balsámicos, como el whisky y el licor de miel.
No voy a descubrir a Gsús Bonilla-PERSONA, creo que todos lo conocéis y a él no le gusta el jabón. En todo caso, me voy a permitir compararle con un vaso de agua: transparente.
Las ovejas del libro empezaron a balar hace tiempo en mi cabeza. Algunos de los poemas, certeros como flechas disparadas al centro de la diana, eran conocidos por todos a través de su blog. Gsús Bonilla, el poeta, iba creciendo de modo asombroso a la vez que iba creciendo este poemario. Tenía claro qué iba a hacer con él, cómo enfocaría su estructura; y eso se iba notando en cada nuevo recital poético en el que intervenía: Gsús Bonilla salía y se comía el escenario con poemas en los que la hostia final te dejaba noqueado. Recuerdo especialmente la primera vez que le escuché declamar uno de esos poemas rescatados de los recuerdos, de aquella época, tan lejana y cercana a la vez, de su niñez. Recuerdo el impacto del poema en mi mente y cómo esperé ansioso a juntarnos en Illescas (gracias siempre, Kebran) para volver a escuchar aquella detonación. Y recuerdo que pensé que Gsús Bonilla por fin había conseguido esa voz y ese estilo que había perseguido durante años.
Meses después leí el manuscrito de este poemario y me sorprendió la hilazón de poemas, el acierto de Pinocchio. Ovejas esquiladas, que temblaban de frío no ha dejado de crecer, de moldearse, de perfilarse, de pulirse hasta el mismo momento de entrar en la imprenta que todo lo fija y lo hace inamovible, inmortal. El poemario ha evolucionado a la misma vez que ha evolucionado el autor, y nuevos poemas, diferentes en ritmo y forma, completan el panorama de su mundo narrativo. De esa mixtura nace la sensación de ser un poemario con vida, capaz de avanzar por sí solo por la red eléctrica de nuestro cerebro a la búsqueda de tierra que conquistar.
Esa misma electricidad, recorrió sus ojos hace unos días, cuando por primera vez tuvo el libro impreso en las manos, mientras lo ojeaba y olía la celulosa de sus páginas, en un vagón del metro camino del Sur.
Es lo que tiene cumplir un sueño y ser, eso, transparente.
Bacovicius dixit.
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