de la mermelada y el atasco diabólico
Por MonogatariLa capacidad de atención de un adulto decrece de forma exponencial a partir del minuto 20. Si en los buenos tiempos no era capaz de aguantar completamente atenta una clase de gramática generativa de 55 minutos, ya pueden imaginarse cómo conseguí superar los casi 180, si no más, de la jam de ayer en la que se dieron cita nada más y nada menos que 45 poet@s desmembrando versos generativos, degenerativos y degenerados (degenerados en el sentido de decaer, declinar; como mi atención, degeneradísima).
Caso aparte fue la intervención del poeta invitado, Hipólito García “Bolo”, al que aprecio y admiro. Pero como esto no es una crónica ni pretende ser más que un compendio de sensaciones, dejaré las alabanzas a este hombre para otros más duchos en esas lides. Yo me conformo con escucharle, leer sus libros y darle un abrazo de vez en cuando.
Durante la jam mi curva de atención parecía el registro de un sismógrafo: escucho, escucho, miro atrás a ver quién ha dejado la puerta abierta por la que se cuela un frío negro, bebo, escucho, saludo, aplaudo, sonrío a menganita que llega, escucho, suspiro, intento abrirme paso hasta el baño, vuelta a mi rincón, escucho, ah no, no estoy escuchando, bebo, me salgo a fumar, me congelo, entro, bebo, escucho, aplaudo, escucho, no aplaudo, suspiro, bostezo, escucho, escucho, busco con la mirada una silla libre pordiossanto, ¿escucho?, ya ni escucho ni oigo, bebo, vuelta a atravesar la masa poética hasta el baño, no hay papel qué bien, salgo, me siento en el suelo junto al escenario, escucho, escucho más fuerte, aplaudo, escucho, por una rendija veo que en el baño de tíos sí hay papel, qué morro, pienso, no, qué guarros, re-pienso, escucho, suspiro, vuelvo al rincón trasero, ya sí que no oigo nada porque alguien habla alto, alguien ríe más alto, alguien interrumpe, alguien aplaude, alguien tira algo, y esto no acaba nunca, pero cuántos son, hay uno muy majo, como son tantos dice que sólo va a leer uno, qué bien, lee uno de cuatro páginas, inmensamente agradecidos todos aplauden a rabiar, hay otro gracioso, siempre lee uno, hoy va a leer dos, venga ¡sí! como no vamos mal de tiempo, y así uno tras otro tras otro tras otra tras otro tras otro tras otro más y sólo quedan dos, mentira, y otro y otra y otros dos, y yo tenía que haberme tomado un whisky o algo así, y al frío a fumar, y ya no puedo más, ya no escucho, sólo lo intento, mis orejas se cierran a los 20 segundos…
En resumen, me quedo con (o mejor, mis orejas se abrieron con y para) los habituales Batania, Pazos y Orviz que siempre consiguen atraparnos, la desmoralización de Díez, el chico cuyo nombre no recuerdo que leyó el poema titulado Stock, la voz de Manuela Paso y Sylvia Ortega y su texto dedicado a La Louchette.
Y a ver si la próxima es más ligera.
EXTRAÍDO DE SU BLOG AQUÍ
1 comentario:
Pues así visto, apetece más bien poco... siempre he dicho que esos excesos de poesía no pueden ser buenos, resulta tan largo que ni disfrutas.
Besos.
(ja, que bueno, me pide como palabra de verificación "chelibro"... ¿será un libro argentino?¿un libro sobre violonchelos?)
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