lunes, 21 de noviembre de 2011

Lectura actual: "LOS CHICOS DE LAS TAQUILLAS" de Ryu Murakami



Hashi y Kiku fueron abandonados por sus madres en las taquillas de una estación de tren. A Kiku lo encontraron porque el calor le hizo gritar. A Hashi, porque el calor le hizo heder. Y eso marcó para siempre el rumbo de sus vidas.


Hashi busca un sonido concreto, el latido del corazón de su madre. Huye de la casa de sus padres adoptivos y se instala en el Toxicentro, el paraíso para los proscritos en Tokio. Se pinta las uñas de verde, se prostituye, y entre cliente y cliente recibe lecciones de canto. Hasta que un coche negro aparece en El Mercado, e lugar donde todo lo que se vende se vende ahí, y de él baja D, el cazatalentos. Bajo la piel fresca de Hashi halla la voz más hipnótica que encontró jamás. "Haré de ti una estrella, niño", le asegura. Contrata a un detective para que encuentre a la madre de Hashi. El encuentro será en un programa en directo de televisión. D podrá comprarse otro rascacielos.


Kiku, porque quiere correr y volar, se hace saltador de pértiga. Entrena su cuerpo, vigila su mente, y durante un instante separa los pies de un mundo que aborrece, un mundo lleno de gente con aspecto de globo hinchado al que le encantaría reventar. Y porque lo aborrece, recuerda una palabra: datura. Un amigo le aconsejó que no la olvidara si alguna vez quería reducir Tokio a cenizas. Y sí, quiere.


Delicada y cruda, voraz y discreta, la novela de Murakami transporta al lector a los confines del desaliento. Con parsimonia, y sin estridencias ni concesiones, dibuja a sus personajes de forma tan precisa que no sólo comprendemos por qué desean la destrucción, sino que nos hace partícipes en esa explosión que cubrirá el mundo de blanco.

Ryunosuke Murakami nació en Sasebo, Nagasaki, en 1959, lo que le dio una perspectiva particular de la bondad humana.

Batería de un grupo de rock y director de cine, ha sabido aunar ambos talentos para darle sonido y color a su obra literaria, que rompe la tradicional literatura japonesa y refleja el desasosiego de las nuevas generaciones.

Inicia su andadura escritural con Azul casi transparente (1976), novela breve que le granjeó el favor del público y de la crítica, aunque a algunos les resultó demasiado decadente. Precisamente es decadencia lo que Ryu Murakami plasca como pocos: Sopa de miso (1998), ganadora del Yomiuri Literary Award, con el Nobel Kenzaburo Oé como miembro del jurado, acoge sin paliativos las carencias de la sociedad actual.

Los chicos de las taquillas, inédita hasta ahora en castellano, es su novela más larga y ambiciosa, donde queda plasmada la escasez de instrumentos que nos van quedando para subsistir con cordura a nosotros mismos.


texto extraído de aquí

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