miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un poema de Valente



La memoria nos abre luminosos
corredores de sombra.

Bajamos lentos por su lenta luz
hasta la entraña de la noche.

El rayo de la tiniebla.

Descendí hasta su centro,
puse mi planta en un lugar en donde
penetrar no se puede
si se quiere el retorno.

Se oye tan sólo una infinita escucha.

Bajé desde mí mismo
hasta tu centro, dios, hasta tu rostro
que nadie puede ver y sólo
en esta cegadora, en esta oscura
explosión de la luz se manifiesta.


(Tamquam centrum circuli)

2 comentarios:

juan bello dijo...

el mejor poeta gallego

Ángel Muñoz dijo...

Cierto Juan, un abrazo y gracias por dejar que tu blues suene por aquí.