Mi vida, en un momento
dado, se arruinó en casi todos los sentidos. Hubo muchos partícipes, incluso yo,
para que se diese el caso. Las pasamos putas. Estuvimos al borde de la
indigencia en más de una ocasión. No pude pintar durante años por no tener
taller ni posibilidades de comprar materiales. No teníamos capacidad de
ingresos. Caímos en un pozo de depresión del que salir nos costó lo indecible. El
amor propio por los suelos y el absoluto y pleno convencimiento de pertenecer
al grupo de los indeseables es una losa a la que, increíblemente, uno se
agarra y se deja llevar.
Hoy mi vida es de
puta madre, no la cambio por lo que pudo ser ni de coñas. Lo normal es que
cuando alguien habla de su vida como yo lo hago, se piense sólo en el dinero, y
no es el caso. Mi vida es de puta madre porque no necesito mucho dinero para
vivir y porque hago lo que me da la real gana, desde que me levanto hasta que
me acuesto.
Entonces ¿he de agradecer
a las personas que me jodieron la vida, que hoy ésta sea así? Yo creo que no. Esas
personas me la jodieron en su momento y si fuera por ellas, seguirían jodiéndomela
a día de hoy. Pero que aquellas consecuencias hayan traído éstas también es
incierto. Ahora estoy como estoy porque tras la ruina me busqué la vida con
uñas y dientes hasta encontrarme y salir adelante. En nada más que en la ruina
tienen esas personas que ver. Y en nada más que en el resto lo tengo yo y los míos.
extraído del blog de mi colega Vel
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