miércoles, 11 de abril de 2012

Un intento de reseña sobre UNA COMEDIA CANALLA de Iván Repila



Conozco al autor desde hace un tiempo, digamos, más o menos razonable, y lo digo porque el leer esta COMEDIA CANALLA hace que me cuestione muchas, muchísimas cosas que podreis leer después.

No quiero empezar por la típica descripción del libro: hablar de los personajes, la trama, bla, bla, bla y más bla. Eso se lo dejo a los lectores que lo compren, repito ¡QUE LO COMPREN, JODER!, que la venta de libros está de capa caída y el cierre de más y más librerías es inminente.
Dejemos a un lado mi faceta más reivindicativa para centrarnos en lo que nos traemos entre manos en este post.

Cuando Iván Repila (sin acento en la "e" del apellido) se plantea escribir esta novela, y ¡ojo! no estaba en su cabeza para saberlo a ciencia cierta, pero lo deduzco, lo hizo por pura diversión.
Evidentemente toda escritura, todo proceso de creación conlleva eso: un proceso. De la lectura se deduce que no es algo que brotase al azar, al tun-tun. Hay una trama, unos personajes bien elaborados y construidos, pero sobre todo hay algo que me llama poderosamente la atención: el lenguaje, la manera de expresarse de muchos de los seres que pululan por la novela son Iván, me explico. Iván vive, habla y piensa con la misma pasión y la misma locura y desenfreno que sus personajes. Es decir, es un autor sin pose, sin dobleces, sin caretas. Lees el libro, y el que conozca al autor lo sabrá, y a veces llega la confusión ¿dialogas con el citado libro o con su creador? ¡qué maravilla poder dialogar con ambos, cuando en otras novelas ni siquiera logras enterarte de que van!. Y eso señores, eso es muy difícil.


La gran mayoría de los que andan por ahí y se precian de ser novelistas de la hostia fallan:

1. En creerse novelistas de la hostia. Iván no digo que lo sea o no lo sea. Pero esa pose os garantizo que no la tiene. Si acaso una más cercana a la mía con el copazo y pitillo viendo un buen partido de fútbol.

2. Muchos de los susodichos novelistas tratan de elaborar unos mundos a veces oníricos, otras veces demasiado "intelectualoides" (de ahí las comillas). El señor Repila no. Simplemente se ciñe a un mundo que es próximo, nos es o nos puede ser próximo a todos.

3. Encima todo esto lo hace en clave de humor. Y aquí gana el pulso pero sobradamente. Hacer humor en novela hoy en día es muy complicado. Me viene, así de pronto a la cabeza, Safier y Repila. Cuidado, no seré yo el que los compare, pues es un humor distinto. El de Iván es totalmente descabellado, frenético, absurdo a veces.

4. Y lo más bueno y bonito de todo (faltaría la otra "b", la de barato, pero aquí no pega porque los libros hoy en día, lamentablemente baratos no son), es que este novelista entra por la puerta grande en una editorial como LIBROS DEL SILENCIO, la cual atesora otros títulos magníficos. De esto, querido lector, deducimos que Repila no es, ni lo será, un pelota de nadie, que no necesita llamar a la puerta de nadie para que le publiquen en una editorial importante, que no precisa de aparecer por mil y un eventos que recorren la geografía tanto madrileña como del resto de la península, etc, etc, etcétera. ¡Qué no! que este tío no ha necesitado nada de eso. Ha necesitado de tiempo, paciencia, retiro, humildad, dosis de café, algún que otro canuto o pitillo, y sobre todo buenos vasos de ron (eso sí, en vaso ancho por favor) para parir esta criatura.

Enhorabuena señor Iván Repila por la novela y por la lección que nos has dado a todos.


No hay comentarios: