LECTURA PASADA, LECTURA QUE INICIO

Terminé de leer la NOVELA de mi tocayo José Ángel Barrueco, la semana pasada. Y pongo novela con mayúsculas por el merecimiento.

Siempre que he leído un libro que me enganchaba desde la primera palabra, la ansiedad por saber y sobar las páginas aumentaba. Me ha pasado con buenas obras: comerciales o no. Y con el libro de Barru me ha pasado eso.

De una lectura fácil, comprensible, tierna, directa, sin tapujos, cándida muchas veces. Unos recuerdos que son suyos, nada más que suyos y no tuyos. Eres un mero espectador de una infancia, yo diría que feliz en muchos aspectos, pero de la que no participarás nunca porque no es la tuya. Aunque el autor intenta, consiguiéndolo siempre, hacerte cómplice, pero como mirón.

El cine Pompeya, Manolo, Grillo, Barrueco y su hermano Sergio, las bicicletas con Jose María en el parque y el guarda, las mil y una películas que este tío (Barrueco) devora y conoce.

A mi me parece una joyita apta para cinéfilos y nostálgicos de la niñez. Eso sí, poco valorada y menos dada a conocer. Se tiene que hacer más para que estas obras lleguen.






















Tras dejar a Barrueco y su infancia pompeyana atrás, toca el turno a Quim Monzó con su obra "Gasolina". Versa sobre el mundo pedante, pasteloso y, la mayor de las veces, falso, del arte, galerías, marchantes y sus entrañas. Amén de las relaciones interpersonales y el desencanto de volver a ver las cosas cómo son y no cómo creías.

Cuando lo termine os diré más.


Voltios dixit.