Quería escribir unter den Linden. Escribir las
palabras en el mismo lugar al que designan. Igual
que los graffiti. Decir ante un simbólico público alemán
der Tod ist ein Meister aus Deutschland. Como
si yo mismo fuese un campesino de esa tierra. Decirlo
con amor y con tristeza. El día dos de noviembre,
un día de difuntos, de mil novecientos noventa,
ya casi al término del siglo, el aire es tenue aquí y
frío y luminoso. Una niña cruza en bicicleta,
haciendo largas eses descuidadas, los vestigios del límite
aún visibles.
(Berlín)
1 comentario:
Me entristece siempre Valente, ¡queé tío!
Y Unter der Linden, hermoso nombre que hay que recorrer.
Besos, Ángel
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