miércoles, 2 de enero de 2013

Cuatro poemas de Sara Herrera Peralta







El abuelo me ha mirado siempre
de frente.
De niños llamaba jarabe que lo cura todo
a la granadina
y nos contaba
el cuento del garbanzo.
Nunca lloró el abuelo.
Ahora, con casi cien años,
me mira, sonríe y llora:
qué bien que hayas venido,
dice,
¿estás contenta en el trabajo?
Muy contenta, abuelo.
Y vuelve a reír y llora.
Eso es lo que yo quiero, prosigue.
Cuando algunos me preguntan,
extrañados,
¿por qué sigues estudiando?
-dos másteres, dos carreras un posgrado-
yo callo, asiento y también sonrío:
mi abuelo, nacido sobre
mil novecientos diez,
lloró por primera vez cuando
su hija le dijo,
tiempo después de dejar los estudios,
papá,
quiero hacer enfermería.
La mujer nunca en la cocina.
Y yo sonrío porque nadie sabe
que el orgullo o la fuerza
también se heredan.


***


Noventa y cinco años trabajando
y lloró a los noventa y seis
por un pañal.
La primera vez que vi llorar al abuelo
sentí un dolor enorme
desde la nuca hasta la boca
del estómago.
Los más fuertes
no deberían caer nunca:
a los débiles nos destruyen.


***


El doctor le advierte,
debería tomar diez píldoras,
un jarabe,
echarse crema.
Un día el abuelo se enfadó
y echó pastillas
a la tierra de las plantas.
Dijo que eran buenas semillas.
Cuando volvió el doctor
le preguntó,
¿se ha tomado usted lo que acordamos?
Y el abuelo asintió.
Vas a enfermar, abuelo,
le dijo todo el mundo.
Y el abuelo sonrió.
La enfermedad no se cura
tan sólo con pastillas,
también es necesario
querer curarse.
El abuelo nos miró a todos añadiendo:
y también vosotros estáis enfermos.


***


Se aprenden muchas cosas
en un país lejano.
Se aprende siendo extranjera
porque te miran
y preguntan
cada día
pidiendo explicaciones.
No me paro nunca en los trayectos
del metro y del tren,
dejo que la velocidad me lleve,
devuelvo las preguntas.


Hay una araña en mi clavícula. Sara Herrera Peralta. La Garúa Libros. Barcelona. Octubre de 2012.



EXTRAIDO DEL BLOG SUBLEVACIÓN INMÓVIL DE ANDRÉS ANDINO

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