viernes, 18 de enero de 2013
Tres poemas a la muerte de Emily Dickinson
645.
Sentir la Pérdida al morir aquellos
que nunca conocimos-
Una Hermandad Vital que se transmite
entre sus Almas- y las nuestras-
Por un Extraño- no lloran los Extraños-
Que pueda haber amigos Inmortales
hallados antes por la Muerte- es una idea
que Nos paraliza-
Esos que sólo en Nuestra Mente viven-
y reciben tantísima Existencia
cuando mueren- que Nuestras Almas
huyen- de repente-
670.
No hay que ser una Casa- para tener Fantasmas-
No es necesario ser una Habitación-
pues el Cerebro tiene Pasadizos- al margen del
Espacio Material-
Es más seguro topar a Medianoche
con un Espíritu de fuera,
que plantar cara al que se lleva dentro-
ese Gélido Huésped.
Es más seguro profanar las Losas
al recorrer una Abadía-
que encontrarse sin Armas a uno mismo-
en Lugar solitario-
El yo que acecha tras el yo-
debería asustarnos mucho más-
Un Asesino oculto en nuestra Casa
no es tan terrorífico-
Toma el Cuerpo- un Revólver-
y cierra los Candados-
ignorando a un espectro más temible-
o Algo más-
685.
No es el Apocalipsis- lo que- espera,
sino nuestros deshabitados ojos-
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