Mañana, mi colega Baco (Esteban Gutiérrez Gómez) estará en los Diablos para hacernos ver, al que todavía no lo lograse, la realidad asquerosa que nos circunda y tanto apesta.
Sábados literarios de Logroño. En ellos estará mi colega Pepe Pereza del cual pongo a continuación una entrada entera sacada del blog de David González:
Todo lo que tenía que decir sobre este libro de relatos del escritor Pepe Pereza ya lo he dicho en el prólogo, así que, sin más preámbulos, paso a postear el principio de algunos de ellos:
Así da comienzo El robo:
Todo el mundo se jactaba de haber robado
en esos grandes almacenes, de hecho, Simago era conocido comúnmente
como Simango. Por aquel entonces no había alarmas electrónicas y sólo se
contaba con la eficacia de los vigilantes para evitar los hurtos. Todos
presumían de lo fácil que era llevarse algo de aquellos grandes
almacenes. Yo no, jamás había robado nada en Simago, entre otras cosas
porque mi padre trabajaba allí, en la sección de carnicería, y no era
cuestión de poner en peligro su puesto de trabajo. Robaba en otros
sitios.
Era verano y en el colegio nos habían
dado vacaciones. Yo tenía trece años y empezaba a aficionarme a los
cómics y a los libros de aventuras. El problema era que tanto unos como
otros estaban fuera del alcance de mi economía. La paga que me asignaban
mis padres era ridícula y por mucho que me empeñase en ahorrar nunca lo
conseguía. Para hacernos con los números que salían de Spiderman y
otros superhéroes, mis amigos y yo acudíamos a la librería Balmes, un
sitio pequeño con un solo dependiente. Le pedíamos que nos sacase los
cómics de la colección Marvel, el dependiente dejaba una pila de
revistas encima del mostrador y nosotros nos lanzábamos a escudriñar las
portadas en busca de esos números que no teníamos. Cuando localizábamos
algo lo escondíamos entre la cintura y el pantalón, ocultando el resto
con la camiseta. Éramos tan hábiles que el dependiente nunca nos pilló.
Así da comienzo Eligiendo un camino:
1982. Acababa de cumplir dieciocho años.
Mi pelo largo, muy largo, y mi ropa extravagante le decían a todo el
mundo que era el rebelde más insurrecto del planeta. Mis bolsillos daban
cobijo a cuantas drogas caían en mi poder: hachís, speed, coca, LSD,
pastillas..., excepto heroína, todo lo demás era bien recibido. En esos
tiempos la vida era maravillosa, incluso sin drogas, pero ya que las
había las tomábamos. No sabíamos de límites. Todo era nuevo y las
sensaciones las desvirgábamos día a día. Los caminos estaban por andar,
sólo era cuestión de elegir uno. Nosotros siempre escogíamos el de la
diversión y la aventura. Padres y educadores nos prohibían hasta el
respirar, mientras que nuestros escritores favoritos nos daban alas para
volar por encima de todas las prohibiciones. Por supuesto, hacíamos
oídos sordos a las palabras de nuestros progenitores y nos tomábamos al
pie de la letra las enseñanzas de gente como Kerouac o Bukowski. Cuanto
más nos prohibían los primeros, más caso hacíamos a los segundos. Éramos
jóvenes y rebeldes, ¿qué otra cosa podíamos hacer?
Así empieza Últimas escenas en Barcelona:
Estábamos rodando una película en los
alrededores de Teruel. No era una película con un gran presupuesto pero
el guión era bueno y yo era el protagonista, ¿qué más podía pedir? Dado
que en Teruel el tiempo había cambiado y que la lluvia no cesaba, el
director ordenó al equipo trasladarse a Barcelona para rodar unas
escenas pendientes. Yo no participaba en dichas escenas, no obstante
viajé con los demás hasta la Ciudad Condal. Barcelona era de mis
ciudades favoritas y no quise perderme la ocasión de visitarla. Debido a
lo precipitado de las circunstancias los de producción apenas tuvieron
tiempo de conseguir habitaciones para todo el personal y a mí tuvieron
que hospedarme en un viejo hotel de tercera categoría.
- Oiga, en las sábanas de mi cama hay sangre.
Me quejé al recepcionista.
- ¿Cómo dice?
- Digo que las sábanas de mi cama están manchadas de sangre.
No es que hubieran degollado a nadie, tan sólo eran unos pocos goterones, pero no era cuestión de dejarlo pasar.
- ¿Suya?
- No.
- Entonces, ¿de quién es la sangre?
- ¿Cómo quiere que lo sepa? Yo acabo de
llegar. Ustedes me han dado esa habitación. He deshecho la maleta, me he
aseado y cuando he apartado la colcha con la intención de tumbarme un
rato, he visto que las sábanas estaban manchadas de sangre.
Pepe Pereza. Relatos del humo (y hachís). Editorial Origami,
febrero 2012. Prólogo: David González. Fotografía de portada: Capear.
Figura de Origami: Óscar Cardeñosa. Correctora: Adriana Bañares.
2 comentarios:
Nos vemos en breve, jodio. Que ganas.
Por supuesto, subo en nada amigo mío. Te aviso con tiempo.
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