Título: Amor manual
Autor: Ángel Muñoz
Editorial: Talentura
PVP.: 10,00 €
Pgs.: 100
ISBN: 9788493765989
La primera vez que Ángel Muñoz me habló de su libro de poemas, Amor manual, pensé en lo único que podía pensar una cabeza como la mía: onanismo.
Después, me di cuenta de que "manual" se refiere a aquello que se hace
con las manos e imaginé a Ángel, con esa forma que tiene de ser
construyendo amores como quien hace filigranas.
Me
sumergí en sus poemas, en estos poemas que se entrelazan para no dejar
ni un resquicio entre los amores que conforman nuestra existencia: el
fraterno, el de la amistad, el paterno y materno y, por supuesto, el
carnal.
El
libro se divide en tres partes: "remotas periferias", "adyacente" y
"cuando tú", todo prologado por Alejandro Céspedes y epilogado por José
Naveiras.
Desde
el principio "Esmerarse en el aliento/ de ilusiones pueriles", Ángel
avisa de que no vamos a quedarnos en un presente insustancial por la
falta de perspectiva o expectativas, sino que vamos a iniciar un viaje a
todos los estratos del hombre que es ahora, pero que se construye con
el ayer y con el mañana.
Dice Alejandro Céspedes: "las palabras heredan orfandad de las ideas y todo lo que es huérfano es susceptible de ser adoptado." Y,
sí, es fácil adoptar los versos de Muñoz porque son maleables, juegan
con el subconsciente colectivo y rememora imágenes que todos hemos
vivido, aunque el cuerpo conductor sea otro: "Una ducha en mitad del
patio/ y prestar el cuerpo a la suerte./ Caserío de chicharras
violinistas."
A
la tradición, a la vuelta a los campos de Castilla, o los olivos, o la
tierra que sustenta a las mujeres que dan el pecho a niños lactantes que
un día se irán para ser hombres lejos y encontrar el amor en una mujer
que se bebe el asfalto, Ángel Muñoz une la deconstrucción de la forma
sabida, de la sintaxis de siempre: "Los gemidos pastaban/ en el intento por huir/cuando los padres de repente."
Escribe Naveiras en el epílogo: "Después
de tropezar con el amor, el de verdad, que no el amor verdadero que los
cursis y relamidos tratan siempre de describir." Es decir, el amor
que se mancha las manos, el amor que no es perfecto, el que sucumbe ante
una cama nueva y su hunde ante el dolor de una madre.
Ángel
Muñoz no es un poeta perfecto, ni falta que le hace. A Ángel Muñoz se
le nota el defecto, se ve dónde pierde la fuerza y dónde su voz es capaz
de derrumbar muros. Pero es, precisamente ahí, en su debilidad, donde a
Ángel Muñoz se le ve la grandeza. Como lo fue de los grandes, como lo
será por siempre.
extraído del blog LETRATLANTICA
MIL GRACIAS
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