miércoles, 18 de julio de 2012

No es una reseña cualquiera de "Neorrabioso", simplemente no es una reseña By Giovanni Collazos





Yo lo he visto caminando por la calle Princesa y hablando consigo mismo o tal vez con su padre. Fue una de esas tantas noches en las que harto de mis pesares y tristezas, harto de Madrid, harto de muchas injusticias, fui a verle al garaje donde trabaja como conserje. Noches aquellas donde hablábamos de todo, donde sentía que la amistad iba creciendo, aunque él no quisiera. Pero era inevitable, todo correspondía a un proceso natural. El vino y las cervezas ayudaban. Nos mostrábamos tal cual somos. Será también que los dos procedemos de abajo, él de los campos de Lauros y yo de las calles desvencijadas de Lima, ambos escribiendo desde el suelo y desde la entraña, sin dobleces. Luego en las calles de Madrid, curtiéndonos sin miedo en las manifestaciones (el año pasado, recuerdo, en una de esas que, llegamos hasta el congreso con un grupo de gente, en cuyo frente habían algunos radicales, me sumé a ellos en primera línea, encarando a la policía y queriendo tumbar las vallas. Gio, ten cuidado, me decía). No me puedo olvidar lo importante que fue su apoyo en muchas situaciones difíciles que pasé, su confianza en mí y en mi poesía, es de las pocas personas que cree en lo que hago desde que me conoce. Por eso ahora se me hace difícil hablar de su libro, porque carezco de objetividad; decir un simple me gusta no estaría a la altura de nada. Yo no puedo decir nada sobre el libro, pensaba, porque desde que descubrí su blog me encantaba lo que escribía, incluso esos poemas que publicaba con el seudónimo de “Burroski” cuando participaba en el foro poético de “Libertad 8”. Igual quería escribir, decir algo sobre su obra, aunque no sepa escribir reseñas. Cada vez que conversaba con él aprendía algo nuevo, alucinaba con lo que sabía y hasta ahora me sigue sorprendiendo. La cantidad de libros que se ha leído los mantiene en su cabeza y para mí siempre es agradable tener una charla con él. Tengo muchos de los cuadernillos con sus poemas y pintadas que regalaba en sus recitales, siempre le pedía dos, uno para mí y otro para Claudia, mi ex novia, porque ella también leía su blog y seguro que lo sigue haciendo. Soy testigo de esa terquedad razonada que tenía a no querer publicar, entre esas razones estaban en que eran muy pocas o ninguna las editoriales que quisieran publicarle sus poemas y sus pintadas sin tener que dejar de escribir y publicar en su blog o seguir regalando sus cuadernillos. Él no cree en la propiedad intelectual, no le importa que copien sus poemas, es una especie de anarquista poético con un corazón grande, con una nobleza de niño, con cierta inocencia de persona que aun no está del todo contaminada por la malicia de la ciudad. Yo le miro a los ojos y veo en ellos limpieza. Lo que escribe es él. Lo que escribe sobre su padre, los poemas, ese dolor que nunca se irá (hay que aprender a vivir con ello, pero no sé como se hace eso, yo no sé nada sobre eso, no puedo decirle nada de eso). “Queréis acostúmbrame a la muerte / pero la muerte / no es ninguna maestra / no es ningún telescopio / la muerte no es ningún atlas / no da sabiduría / la muerte no da nada / más que miedo / silencio / soledad / y rabia”. Ese amor, ese echarle de menos, es lo que hace sentirme más identificado que nunca (aunque mi padre esté vivo, existen barreras infranqueables). Y ni que decir sobre los poemas que le escribió a su ex amor; también la conocí y tengo que decir que me caía bien. Ese amor donde no cabía ningún tipo de remilgo, ni rosas, ni margaritas “La que muerde el candado hasta que saltan las puertas de noche. / La que descubre caimanes en el zumo de naranja”. El hombre que vino a Madrid a querer ser poeta, a dejar su impronta, aunque no le interese tanto eso. El hombre desprendido, el que profesa cariño a la humanidad, el que amó a su vaca y a su perro. Cuando presentó por primera vez el libro en un bar de la calle Pez en Madrid me hizo brotar lágrimas y no sólo a mí, hubo a quienes también le brotaron, fue emocionante, muy emocionante, sobre todo verlo recitar el poema “La muerte” donde se quebró y con la voz rota siguió recitando de memoria. De los poemas políticos me parecen todos acertados, teniendo en cuenta la dificultad que para mí representa escribir un poema político o social sin llegar a ser discursivo o panfletario; quisiera hacer acá un pequeño acápite diciendo que percibo una influencia de Vallejo en algunos de sus poemas políticos como en “Rebeldía” (pag. 132) y “El hombre no ha concluido” (pag. 134), probablemente se ría el poeta cuando lea esto que pienso, porque es más de Neruda, aunque sé que ama a Vallejo. “¡Cómo estiras la trenza de los meses! / ¡Cómo asomas tus brazos de garganta / ante la pluma sorda del jilguero! / ¡Cómo al perro le llamas perro, al loco loco / y al hombre injusticia!”. Del poema del “Andamio” no diré nada porque siempre me lo dedica, es uno de los que más me gusta (Lo dije, mi falta de rigor). Y su pobrecita Natalia “Cráneo de leona política”, aquí el poeta se vuelve a ilusionar por una joven, inteligente y bella estudiante del último año de filología donde los poemas se convierten en una especie de revolución e “infantilería” (he visto la cara de Batania cuando la ve llegar, se pone como un niño) “Ningún sin papeles será detenido esta noche en Madrid; / cuando la mujer que amo se acerque y me bese en los centros, / las patrullas huirán acosadas por troyas de niños salvajes”. Entiendo esa emoción, yo también la sentí, hasta hace poco. El libro “Neorrabioso, poemas y pintadas” vale más que Euskadi y España, juntas. Es probable que me quede corto, pero el libro es la definición de un hombre valiente y bueno, al que conozco, la definición de un loco que se cree Batania.







Gio.

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