Hablar de Bonilla me resulta muy muy fácil. No voy a ponerme melancólico, no voy a dorarle la píldora. Él no es de esos, yo tampoco. Pero sería una barbaridad no contar, o decir que para el caso es lo mismo, la bondad de este compadre, y digo compadre porque entre él, yo y otros que nos tratamos así ha surgido un compadreo difícil de lograr en otros ámbitos.
Sin liarme que me piro por los cerros os diré que Bonilla hizo un magnífico prólogo para la antología POETRASTOS, igual que Alfonso López realizó una brillante labor con el epílogo.
Pero voy a la esencia, a esa parte en donde los corazones dejan de ser un pedazo de músculo y carne para convertirse en personas y sentimientos, y aquí es donde aparece Gsús.
Si él tiene cinco, te da seis. Si el día tiene 24 horas, lo alarga hasta las 25 para verte si ha quedado contigo, acompañarte desde la barra en cualquier lectura o charlar un rato con sus "compadres", así es Gsús.
Ahora la vida le ha otorgado una alegría incomparable. Me alegra un huevo y lo sabes compay. Y por ello voy a copiaros íntegra la entrada de su blog sobre la antología de Poetrastos, por compartir su alegría, su bondad y por estar ahí siempre que se le necesita.
Gracias Gsús, y sin lametones en el culo, se te aprecia y mucho, lo sabes tío.
POETRASTO o POETASTRO
Ya fuiste etiquetado, aunque te importe un carajo.
Porque uno siempre tiene su corazoncito, llámale equis, llámale ego y le gusta transmitir de viva voz sus emociones o sentimientos, a veces bellos, otras, deformes; cuando no, los plasma en un papel para todo aquel que tenga a bien leerlos. En definitiva, enreda con las palabras al margen de las hachas y en contra de los elementos, escribe contra viento marea; por así decirlo, confecciona su cuaderno de poemas o poemario.
En poesía estamos acostumbrados a los reproches. Siempre recriminados, porque fantaseamos con viajes increíbles de personajes sumidos en metáforas por mundos inverosímiles; a veces los poemas son tan reales como la vida misma, y otras veces, sencillamente versan sobre amor o desamor, según proceda, cuando nos devora la nostalgia. Las reprimendas de aquellos que dentro del colectivo aprendieron –supongo- más habilidades que los demás, esto es, los que saben del tema, argumentan que hay un lenguaje poético único; es decir, el poeta como un ser artístico y estético, obviando a todo aquel que se mee fuera del tiesto, porque cuando lo hace, además de salpicar será, en el mejor de los casos, un “mal poeta”. En consecuencia te colgaran el sambenito de poetastro, y ni por asomo sueñes que lo hagan con afecto.
Luego está el badajo del cencerro, el que roza el cobre y hace que se produzca algo parecido a un “tolón”, a un sonido, y se sepa entonces y en todo momento por dónde camina uno, es decir: las antologías de poesía o selección de textos de varios poetas, mejor dicho: los libros colectivos -que por lógica, siempre quedan incompletos- al menos en el sentido de apuntar una muestra de cada uno de los textos y autores que dicen, que versan, que claman o proclaman, en definitiva, como es el caso que nos atañe, que escriben poesía. ¡Es imposible! hay cienes de miles, tantos como espermatozoides y otros fluidos se desprenden de una paja; y es que, hay tantas maneras de interpretar la belleza como de defenestrarla. Masturbarse es bonito, además de bueno; posiblemente y de la misma forma escribir, en este caso poemas, también. Allá cada cual con su lapicero y su hoja de papel, allá cada cual con lo que tenga entre las manos.
Así que puedo decir –y digo- que este libro colectivo y de nombre POETRASTOS, siendo uno más, goza de la validez de quien ha creído conveniente su confección, de quienes han pensado que su participación en el mismo ha sido necesaria. ¿Por qué no? Las satisfacciones navegan siempre en el cauce íntimo de las personas, en cumplimiento de sus deseos y necesidades; del mismo modo, también surcan las aguas de los poetas, a veces, al borde de la zozobra, pero sólo en caso de tormenta.
Y hablando de tempestades y masturbaciones: el Voltios, o el Ángelillo, o Ángel Rodríguez, o Ángel Muñoz, o como –según él- “me salga de los cojones” llamarle, en un ejercicio de onanismo a todas luces -de pasión también-, porque entra dentro de las satisfacciones personales, ha seleccionado a 28 poetas para la ocasión; para trastear por las páginas de este libro, y porque han sido los que él ha creído convenientes sobran las excusas. En los soñadores: arriesgarse y emprender son bandera, y los agoreros desconocen que para naufragar siempre es necesario un barco, algo de tripulación y sobre todo un destino. 28 voces impregnadas de tránsito. De hombres, de mujeres que se pierden por los adoquines sin fin de la palabra, impregnados hoy del demonio en verso y el polvo de las aceras secas. Al fin y al cabo de poetas que han dicho. Y puede que lo dicho - nadie lo puede asegurar- se volatilice, pero el camino no, la longitud imposible del camino, no. 28 autores que como en la pisada tras la pisada, sucede el paso, y en el paso la dirección; mañana, tarde y noche y luz dispuesta a todo o a nada, quién sabe.
Yo que camino, también, con ellos, y precipito mis dedos sobre el marfil de las teclas del suelo, ofrezco la aspereza de mis uñas contra el mismo, mi prólogo, y, a modo de otro verso más, que nunca llegará a esos otros ojos que nos defenestran por el simple hecho de ser uno más en un montón. Yo, que sigo con mi compás mecánico e impreciso, turbio y confuso, como cuando los ojos se proyectan contra el suelo -otra vez el suelo- porque todo lo que se encuentra por delante es una vergüenza. Posiblemente porque ya nada se distingue con claridad. Así que, sólo tú que leerás las siguientes páginas, recuerda bien, que esto llama: POETRASTOS, y no: POETASTROS. Es una sílaba tonta, solo, la que lastima o la que sana.
Yo lo recuerdo, y apunto al avisador que de la misma manera también, por favor, tratar con cariño. Y aquí, otra vez yo, y ahora, podría reducir y simplificar el cariño al poeta Chema Barredo, simplemente por el hecho de que es él quien abre este catálogo de poemas, en consecuencia al que va a ser que, solamente, por aquello del “trasteo” o porque, simplemente, me gustaron para concluir este texto desnortado o sin rumbo claro, robe unos versos:
Si lo piensas, el hueco del vacío/ será tu compañero que,/ de la última huida, de las sombras/ que aguardan en la esquina/ donde el tiempo exige su peaje. te advierte
Si bien la nómina de autores, también merecedores de mi afecto, que componen este libro sigue con Mayte Sánchez Sempere, Esteban Gutiérrez Gómez “Baco”, Eva Gallud, Carlos de la Cruz, Adriana Bañares “La niña de las naranjas”. Javier Pascual, Rebeca Álvarez Casal del Rey, José Navieras, Yolanda Sáenz de Tejada, Hipólito García “Bolo”, Ada Menéndez, Velpister (Jens Peter Jensen), Ana Patricia Moya, Ana Pérez Cañamares, Sergio Bertault “Rémora”, Eva Márquez, Andrés Ramón Pérez “Kebrantaversos”, Eddie (J. Bermúdez), Ricardo Bórnez, Giovanni Collazos, Puri Mastins, José Gutiérrez de Juan “Kenny”, Nares Montero, Antonio Díez, María Villa…y en especial: José Zuñiga, hombre vertical, poeta erguido recientemente fallecido, a quien, si me permiten, me gustaría dedicar, y como un pequeño homenaje a su memoria, los siguientes versos y dar por concluido este prólogo: majestad/ de los desposeídos// abanderado/ -te nombran-/ de la vieja lucha/ contra el sistema// POETA// individuo vulnerable/ en todo caso.
Pues eso, 27 + 1 poetrastos…por favor, tratar con cariño.
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