martes, 8 de mayo de 2012

XXXII.




A Wilm Hosenfeld ( miembro del ejército nazi en la segunda guerra mundial que salvó la vida del pianista polaco/judío Spilzman)




Verse retratado entre paredes caladas por un temblor de párpado
para así creer en el noespejo,
donde mirarse cada hora con tanto lastre a la espalda
constituye una osadía.

La piel allana el camino
aunque la causa no justifique la sequía de la abeja al libar.

Un puñado de ojos.

Con eso hubiesen derribado muros,
                   hubiesen deshecho la espera de manos febriles.


La honestidad no es una careta
                       ni precisa de gomas.


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