Agua
Tengo sed.
Yesenia me vende agua.
Un litro por tres pavos.
Es caro.
Pero no queda otra.
Su hijo, Dieguito,
llora con muy mala hostia.
Es que no quiere
volver a Venezuela,
me explica con media sonrisa.
¿Y eso?, pregunto
mientras ella saca del frigo
un zumo para calmar al crío.
Fuera,
las jodidas gaviotas no paran de graznar.
Allá, Dieguito, sólo bebía
agua susia de pozo.
Diez kilómetros andaba
todos los días para traérsela.
Eso no me dolía.
Me dolían las colitis,
las infecciones que cogía
de la mierda del agua
(Dieguito)
Valoré no sólo el agua,
los kilómetros,
el tesón.
Sobre todo,
las narices para venir de Venezuela
a Helsinki.
Buscando tal vez,
un agua mejor.
Pero no le quedaba otra.
2 comentarios:
...me gusta, pero el final lo veo un poco de conversación de bar...muy simplón...tú sabes hacerlo mejor...HAZLO!!!
..salud y amor y el plus pal salón...
A ver si así te gusta más capullo, jejeje, te veo el jueves
Publicar un comentario