miércoles, 2 de septiembre de 2009
CALENTITO Y DE HACE UN MOMENTO
Destinos
No estoy seguro si era
una Voll-Dam,
tostadita,
o una rubia.
Da igual,
cerveza.
Y a esas horas,
las cinco de la tarde,
en pleno agosto,
era un socio perfecto
para deambular,
con la mirada,
por el teatro de la disparidad.
Disfrutaba con
su compañía (la birra),
uno de los pocos naúfragos
de mi odio,
fisgando
desde mi octava altura
a la gente que transitaba,
como hormigas,
de aquí a allá.
Muchos con maletas,
cargando coches unifamiliares de esos,
con sombrillas,
flotadores,
la abuela,
mil ilusiones por comenzar,
apartamento u hotel,
y una piara de hijos.
Otros,
con maletas también,
menos felicidad en sus rostros,
llenaban furgonetas prestadas por amigos,
o familiares,
o propias como única propiedad,
y la vida entera se lanzaba tras el tubo de escape.
Antes,
habían colgado
en los barrotes de la terraza,
la terraza de su antiguo piso,
un cartel grande,
de fondo negro
con letras y números en naranja,
o al revés,
no sé muy bien.
Donde ponía SE VENDE.
Inédito de Voltios
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